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La Diosa de las Existencialas.

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Iluminada en centellas y a todo don en su entrega, así se me
muestra ella cuando amanece en mi  ausencia. En claro oscuro
y en perla y ornada de prendas preciosas de las que portan las
reinas. Así se me impregna en las venas, como manantial
entre piedras; y así la describen mis letras…

Toda ella, como razón de un poema; en ninfa mística y hembra.

Oda a la luz y a la herencia de la arena de mareas, curvas de tul
y esencias suculentas de sus historias homéricas. Larga la tela
le cae sobre sus piernas, labios de abeja que enferma para libar
a sabiendas, ojos de hiena que nunca pierde una presa, rostro
de persa y moño de india andariega; dulce miel de primavera.

¡Como una sirena viajera que entre góndolas se acuesta!

Ella se viste y se cuenta en cada página nueva, la roca oculta
leyendas y la tierra no se entera. Sus manos calcan cabezas
cuando el brazo cae a caderas; y a pecho inunda serena su
existencia de leyendas. La Existenciala la llaman, la toda
cráneo y estampa, la dulce calma que amansa la mañana…

La Diosa de las Existencialas, la oreja que escucha atenta, la
egocéntrica guirnalda que se cuelga en la azotea. La loba
que aúlla en la estepa cuando de ardores aqueja, la montaña
de hondo delta que en sus profundidades apresa; que al
horizonte navega, como barca de madera en las tinieblas.

La Divina nube gélida que moja entera praderas, el rio que
nunca se seca, la ilusión que desespera. La cintura aventurera
que ondula en falda y con medias. El enigma del esperma
en un orgasmo, pues sus fondos nunca llegan. La ella, ella
más ella pensando a quien representa y a mis tretas…

La sombría dama quimérica, tímida, erótica, seria y
termométrica. La tentación de la aldea cuando en mi magia
se ausenta horas secretas. La llama ardiente que quema
sin dicha hoguera, agua en la voz, piel que modela. Besos
de almendra y peras; y tono de pujos a cuenca abierta…

Piedra que sedimenta ebria su planeta de epopeyas.

La Diosa de las Existencialas me reclama, creciente luna
que no mengua aunque no la quieran. Se me presenta y
me besa; me apresa, me sume y me alienta a que la
huela para que capte su huella pintoresca. Y luego me
invita a su cueva, para una cena quimérica con velas.

Llena de piedras la alcoba; y rocía tinta sobre cuerdas.

Se desvive enamorada y no mide sus maneras, me da
su alma y esencia; y me hace olvidar las penas. Se da de
espaldas y acuesta se embelesa, como guitarra de juergas
que toca una nota gélida y pide amarme entre piedras,
cual calenturas de magma vuelto arena de mareas…

Y se explota fotogénica en las profundidades de su
cueva; se siente ella y lo expresa a su manera…

Y del centro de sus piernas se alimenta sus arterias de
azucena, oliendo a flor de pradera, a pera, a fresas y a
almendras.  A seño, a tul y a madera, a hierba verde de
cuenca; y a mis dedos de poeta que le desnudan la tela
de su  larga blusa nueva, blanca bandera que ondea.

Y cuaja vagina sin pena, cera y cerezas, candor y sepas.

Hasta convertirse en letras de una estrofa de poema,
e iluminada en centellas y a todo don en su entrega
la estampa queda dispuesta; a cuesta alta, escaleras.

La Existenciala la llaman, la Diosa de las doncellas
bellas, siempre tierna, siempre ecléctica. La flor de
nata que amarra si a cuerpo entero se entrega; pues
quien penetre su cueva debe probar su excelencia,
contra las rocas y el delta, del Olimpo de la tierra.

Así me muestra que llega cuando amanece en mi
ausencia; ola y mujer, loca hembra, toda ella…

¡Sin tristezas!

¡La Existenciala la llaman; y lo demuestra a la letra!

Picture and Model by Erika Cordova – La Clandestina.




Archivado en: Poemas existenciales

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